Las promesas
en su conjunto se van haciendo con el tiempo parásitos vividores de lo ajeno en su mayoría, al olvido consentido de sus promesas.
La frase ya célebre por
tantas y tantas veces pronunciada por cada uno de ellos, y repetida
constantemente a lo largo del tiempo, es:
“Puedo prometer y
prometo”
De por sí, es
alentadora, pero se ha demostrado que cuanto más se pronuncia, más se incumple.
Es algo innato en los especímenes descritos. En su afán de salir, hacen halagos
a todas las promesas que se les ocurre en el momento, lo importante es salir
elegido, lo demás, ya el tiempo lo dirá. Ya se les ocurrirá como justificar su
incumplimiento.
Ya han sido elegidos,
para ellos lo más importante; para los demás, son las promesas hechas. No pasa
nada, al igual qué:
“Puedo prometer y
prometo”
Dicen:
“Debido a todo lo
acontecido, nos vemos en la imposibilidad de cumplir con las promesas
realizadas, ya que si éstas las lleváramos a cabo, el perjuicio ocasionado al
representado o al prometido sería mayor que el beneficio otorgado.”
No queremos incumplir lo
dicho y prometido o enunciado, pero volvemos a pronunciar, con más énfasis:
La realidad nos lleva a
ello, porque cumpliendo éstas, nos encontramos con que alteramos el desarrollo
de la elemental ética y de los acontecimientos naturales, éstos, no
beneficiaría en nada aquel o aquellos a los que hicimos la promesa.
Por ello, nos dirigimos
a todos, pero en especial, a las personas que son inteligentes que comprenderán
todo; aquellos, “los idiotas”, seguirán diciendo que las promesas están hechas
para cumplirlas. Tú como no eres de éstos últimos, que son minoría, entenderás
nuestros razonamientos y exposiciones.
¿Onde andarán?
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