29M Ni los chinos trabajan
La huelga tiene
efecto en el polígono comercial de Cobo Calleja, uno de los más grandes de
España
La mayoría de
los negocios pertenecen a ciudadanos del gigante asiático
Comercios mayoristas chinos en el polígono de Cobo
Calleja, donde la mayoría de las empresas están cerradas. / CRISTÓBAL MANUEL
Por la avenida principal del polígono
comercial de Cobo Calleja
(Fuenlabrada), el más grande de España, apenas circulan coches. Solo una motocicleta pilotada por un chino recorre de arriba a abajo la calle transportando pequeños paquetes. Los chinos, propietarios de la mayoría de negocios de este singular polígono, han decidido secundar el paro. Lo hacen más por miedo y precaución que como protesta a la reforma laboral aprobada por el Gobierno. "Hoy no trabajamos. Hay huelga", dice un joven chino vestido con un plumas de marca y un cigarrillo Camel en la boca. Son las nueve de la mañana y el chico está acompañado por tres compañeros que esperan junto a un muelle de carga. Una hora más tarde descargan cajas de un camión.
(Fuenlabrada), el más grande de España, apenas circulan coches. Solo una motocicleta pilotada por un chino recorre de arriba a abajo la calle transportando pequeños paquetes. Los chinos, propietarios de la mayoría de negocios de este singular polígono, han decidido secundar el paro. Lo hacen más por miedo y precaución que como protesta a la reforma laboral aprobada por el Gobierno. "Hoy no trabajamos. Hay huelga", dice un joven chino vestido con un plumas de marca y un cigarrillo Camel en la boca. Son las nueve de la mañana y el chico está acompañado por tres compañeros que esperan junto a un muelle de carga. Una hora más tarde descargan cajas de un camión.
A la misma hora, otro grupo de asiáticos
abre la persiana de uno de los amplios locales comerciales. Descubren un
establecimiento de artículos de pesca. Solo una joven sabe hablar español con
fluidez: "No entendemos muy bien las leyes", dice cuando se le pregunta
por la huelga. "Hoy no abrimos, trabajaremos dentro",
afirma desconfiada. Lo cierto es que el polígono está desangelado, lejos de su
frenética actividad diaria en la mayor concentración de comerciantes chinos de
Madrid. Las centenares de furgonetas y camiones que desembocan cada día en la
zona se reducen a una docena.
Hace algo más de un año, el exministro de
Fomento, José
Blanco, inauguró el Plaza Oriente, el que iba a ser el centro comercial más
importante de España. Hoy los farolillos rojos están apagados, los rótulos de
caracteres chinos lucen solitarios y los locales cerrados. La huelga ha tenido
efecto en Cobo Calleja. De los más de 350 almacenes comerciales del polígono
solo una docena se ha atrevido a abrir a media mañana.
Como los locales están cerrados, pequeñas
cuadrillas de chinos charlan despreocupados en las esquinas. Apenas logran
responder "yo no sé nada" cuando se les pregunta por la crisis, la
huelga o la actividad del polígono. Cobo Calleja recibe habitualmente más de
4.000 contenedores a la semana. "La huelga es por la crisis. Está muy mal
todo Cobo Calleja, muy mal", dice un hombre de origen asiático antes de
montarse en un BMW de alta gama y hacer aspavientos con la mano para cortar la
conversación. Ni idea de la reforma laboral.
El camarero del bar El Diario, en la
avenida principal del polígono, está aprendiendo palabras en chino para atender
mejor a sus clientes. "Se nota mucho la huelga. Tienen miedo porque otras
veces vinieron piquetes y les amenazaron", dice mientras sirve un café a
un hombre de origen asiático. "Están dentro de las naves. Esos no
paran", asegura un grupo de operarios de una fabrica cercana que no ha
secundado el paro.
Beatriz trabaja en uno de los pocos locales
abiertos. Sus jefes proceden de China y no entienden de huelgas. "Llevamos
abiertos desde septiembre y si podemos abrir para vender pues abrimos",
cuenta esta dependienta de la flamante tienda de ropa, llamada Tanna. Cuenta,
bajo la atenta mirada de una joven asiática, que el resto de empresarios chinos
se han puesto de acuerdo para no abrir. "No esperamos muchos clientes,
pero hay que trabajar", añade.
Una caravana formada por cinco coches con
pegatinas de sindicatos recorre el polígono. Lanzan mensajes desde un altavoz
para apelar a la huelga. "Han venido a desayunar, se han tomado un café y
se han marchado", dice el camarero de El Diario con la esperanza de que
mañana sus clientes vuelvan a llenar el local.
Talleres mecánicos, negocios de cerrajería,
suministros de pintura... comercios de bolsos, zapatos, regalos, utensilios
para mascotas, permanecen con las persianas bajadas y las puertas cerradas.
Algunos clientes llegan al lugar y tienen que darse la vuelta al descubrir que
casi todo está cerrado. Es el caso de un hombre que tiene una empresa de
rodamientos que se ha acercado a Cobo Calleja a por repuestos. "Creí que
iba a estar abierto. Voy a esperar un rato a ver si deciden abrir",
asegura paciente.
Una pareja de policías municipales discute
con un empresario chino. Al parecer les han llamado por un problema con un
contrato de alquiler de una carretilla elevadora. Una mujer de origen asiático
se acerca a preguntar qué ha pasado. "No tiene nada que ver con la huelga,
es un problema legal", le tranquiliza un guardia de seguridad de la
empresa de vigilancia del polígono. La mujer sonríe da media vuelta y
dice:"Yo hoy no trabajo. He ido al gimnasio de Parla". Y hace un
gesto para sacar músculo con el brazo. "Se han puesto todos de acuerdo
para no abrir. Lo harán por la tarde, cuando todo se tranquilice. Pero están
dentro de los locales ordenando sus mercancías", zanja el guarda
despreocupado porque hoy tendrá menos trabajo.
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