Reflexiones de un inmigrante
Reflexiones de un inmigrante
Apreciados señores:
Como inmigrante, que no significa subdesarrollado mental, quiero manifestar mi extrañeza sobre la actitud de España ante la oportunidad de crecimiento económico que le ofrecemos quienes hemos venido desde Suramérica a aportar nuestros servicios y conocimientos, que por cierto no son sólo agrícolas.
Estoy convencido de que en el mundo de los negocios el valor de la oportunidad es cada vez mayor, como ocurre en las bolsas de valores, y creo que España lo está desaprovechando en parte, tal vez por falta de una macro visión, o por un error que no han cometido otros países europeos, en el proceso de planeación.
Y lo digo porque, si las cifras demuestran que España es el país con mayor crecimiento en la Unión Europea, y muchos de sus sectores funcionan "a media máquina" por falta de mano de obra (no sólo física), qué ocurriría si contara con la cantidad y la calidad del personal adecuado. Ya estarían bastante preocupados en el resto de la Unión. Y me reafirmo al considerar que al preparar esta consolidación continental, Alemania ya había decidido adoptar a todo un país (anteriormente comunista y pobre), que le permitiera presentarse en el futuro con el gran peso decisorio que tiene en la Comunidad Europea, en gran parte por su nivel de población. Algo significativo también ocurre con otros países de la Unión, que ante los problemas de reducción de la población se deciden a apoyar la natalidad con subvenciones del Estado. España mientras tanto rechaza la mano de obra que le llega gratuitamente con la mejor disposición, y simultáneamente presenta uno de los más bajos índices de natalidad del mundo.
Pregunto entonces: ¿No será que en el seno de la Unión Europea se ha querido establecer para España un control de inmigración que garantice su inferioridad numérica, y de paso productiva, frente a los tradicionalmente países "grandes"? Es que es un fenómeno tan determinante, que da lugar a pensar mal.
No podemos olvidar que estamos en el momento histórico e irrepetible de transición hacia la consolidación de un continente como país (por eso hablo de oportunidad), y que al terminar será el Parlamento Europeo, y no cada Estado, el que determine lo conveniente para toda la Unión. Para ese entonces habrá perdido España la oportunidad de ser el país más importante de todos, por haber renunciado, entre otras cosas, a una cantera que por vínculos históricos bien puede ser todo el continente hispanoamericano, y como resultado final se tendrá que ver obligado a adoptar las culturas ajenas, en detrimento de la propia.
Por último, sólo quisiera destacar sobre la actual inmigración suramericana sin permiso de trabajo, en la que me incluyo después de un año en espera de intentar legalizar un contrato firmado por un empresario español, que quienes la componemos somos precisamente personas que renunciamos a desgastar nuestra vidas en la esclavitud del desarrollo y la corrupción, porque merecemos y queremos participar en un mundo justo y próspero para el que estamos preparados.
Cordialmente,
Dario Lujan
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